domingo, 22 de julio de 2007

DISPARARTE 1.2



Contrapoema

Esto es una sensación, no es un poema.
Es una especie de dolor en la columna que nos deja inmóviles ante la luz, por eso no alcanza a ser a poema, porque carece de ritmo y de estructura y sin embargo algo tiene en su núcleo que nos hace temblar.
El miedo no es un dolor pero nos duele. Nos anestesia la nuca,
y los nudillos.
El miedo es un poema muy corto que embate con certeza las entrañas y te dice, y con su música profana de embelesa y terminas (navegante) siempre en naufragar.
La sombra de la silla no es la silla pero tiene
en su trazo oscuro y anguloso la intención:
antecede a la silla mas la nombra, la contiene; así como en la voz de la oración fugaz se presiente ya el poema, así, en la sombra opaca late
con vitalidad la luz del mueble vivo.
Es el miedo, alma del dolor que da cuerpo al poema, lo que hace de la sombra un ser perfecto que rebasa su esencia y la dilata.
Es una sensación apenas, no alcanza a ser verdad, es sólo la sombra de la silla: su lado oscuro, su siniestro.

Aurora desbordada en claroscuros.

En medio de las cosas, de lo seres, incluso de los niños
siempre habita una sombra sigilosa, terrible
(qué razón tuvo Rilke).
En medio de esta sensación,
la sombra de la silla en donde mora ese conjuro que sin ser verbo visible,
es un contrapoema que se empeña en terminar con toda luz.

JULIO C. MELO

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